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No eran santos. No eran eruditos. Ni siquiera eran sabios religiosos.
Lo más asombroso con respecto a los discípulos es que Jesús los haya seleccionado. Entre ellos había un puñado de pescadores, un recolector de impuestos odiado por su gente y un político fanático bastante impulsivo.
Una nueva mirada a los discípulos y usted se enfrentará con un hecho asombroso: los hombres que el Salvador escogió eran comunes y corrientes. Eran desesperadamente humanos y notablemente sin distinción; sin embargo, estaban disponibles y eran obedientes al llamado del Maestro.
Bajo la enseñanza y el toque de Jesús, ellos se convirtieron en una fuerza que cambiaría al mundo para siempre.
El mensaje de Doce hombres comunes y corrientes es claro: Si Cristo puede cumplir sus propósitos por medio de hombres comunes como éstos, imagínese lo que Él tiene en mente para usted.